Allá va amigos: Crónica de la Ruta de los pueblos negros. Un abrazo
Si la belleza fuera un momento, tu serias la eternidad!
Allá vamos Campurrianos, así empezamos a describir lo que
fue una auténtica jornada de disfrute de nuestro amado deporte, el MTB,
por los lares del Parque natural protegido de la Sierra Norte de
Guadalajara.
Y es que si hablamos de belleza, uno queda abrumado del
tesoro que Guadalajara esconde en su corazón geográfico. En concreto nos
deslizamos por la zona de la tejera negra, donde la suma de la pizarra,
los cortafuegos, el terreno roto, los arroyos y los pueblos negros,
los cuales viven en perfecta armonía con la fauna y flora de la zona,
no nos dejaron ni in instante de relajación, de ausencia de disfrute, ni
un momento de pobreza.
Y si, claro, para disfrutar de la belleza del instante,
ayer lo que nos tomamos fue tiempo, porque ya lo decía Merovingio: "Ya,
claro. No hay tiempo. ¿Quién tiene tiempo? Sin embargo, si nunca nos
tomamos tiempo, ¿cuándo dispondremos de él?". Ayer lo conseguimos,
dejamos de lado la cuenta atrás de la vida, el agobio del Dios Crono,
el estrés del día a día.
Y no recuerdo quien decía: "Para que algo sea interesante
basta con prestarle suficiente atención", pues toda nuestra atención la
tuvieron los pueblos que atravesamos (Tamajon, Majaelrayo..), donde nos
dio tiempo a conocer a lugareños de la zona, con casi un siglo a sus
espaldas y con una apariencia que a más de uno con 20 años le gustaría
tener.
Y no nos engañemos, en lo que se refiere a exigencia, la
naturaleza no está hecha a la medida del hombre, nosotros somos tan
parte de ella, como las ranas que tuvimos en nuestras manos, los toros
sueltos que nos acechaban, los caballos salvajes que se alborotaban al
son de nuestras pedaladas. Pedaladas exigentes, en un terreno catalogado
"Muy difícil" por todos los que han colgado esta ruta en wikiloc. Y
nosotros, adictos al Parque natural de Alcalá de Henares, fuimos
incrédulos, pensábamos que exageraban, que nosotros, Campurrianos de
pura cepa, estamos hechos de una pasta distinta. Tardamos 5 minutos en
descender por la primera trialera de la ruta y tener que bajarnos de la
bici al menos 6-7 veces en el siguiente kilómetro por la dureza del
terreno. Comprendimos a lo que habíamos sido convocados.
¿Y quien no disfruto ayer? Ni un talegazo del que escribe,
despeñado por un lateral del río y agradecido a la diosa naturaleza que
dejó un árbol partido y tumbado que hizo de freno de mi deslizante caída
ha hacia Dios sabe, ni un pinchazo, ni la rotura de una zapatilla por
el terreno, ni los casi calambrazos, ni el test de resistencia que les
hicimos a nuestras monturas, ni la dureza de unas rampas que en muy
pocos sitios se pueden ver y de las que uno que yo me se, se encargó del
marcar el ritmo, ni unas trialeras que por las características del
terreno, han pasado a la categoría de inolvidables para todos nosotros.
Ayer todo el mundo disfrutó, porque tuvimos tiempo hasta para brindar
con cerveza comiendo en la mitad del recorrido, de prepararnos unos
bocadillos cuando terminamos la ruta, de hasta estirar piernas relajando
antes de partir.
Y quien dijo que Guadalajara ¿qué tiene?, que ¿es una zona
pobre?, de eso nada, ni hablar, ayer fuimos ricos, felices y
Campurrianos en consonancia con la naturaleza, 2 ruedas, la amistad y
nada más.