Heroes just for one day! (Héroes solo por un día)
Allá vamos Campurrianos,
pon el volumen alto y haz clic en el siguiente enlace y escucha la canción
entera :http://youtu.be/Tgcc5V9Hu3g
Así quiero empezar a comentar la que creo ha podido
ser la última gran salida del año 2.014, nuestra vuelta al Atazar.
Y no es que David Bowie
sea de mis artistas preferidos y tampoco su canción tenga mucho que ver con el
significado general de la ruta. Pero si me encanta y me pone los pelos de punta
su estribillo el cual recita: Héroes solo por
un día.
Y es que es así como puede sentirse la avanzadilla Campurriana
que se congregó el 06 de Diciembre de este año, desoyendo a las previsiones
meteorológicas, apostando por la aventura fruto del recuerdo de una ruta que
también realizamos el año pasado.
Y como del pasado no se
vive, en el Atazar volvimos a sentirnos vivos escribiendo una nueva hoja dorada
en la historia Campurriana.
Historia que comenzó
pronto en la mañana en un pueblo desolado, arrecido por el frío y por un viento
que con una fuerza descomunal nos amenazaba y quebraba en dos.
Y sin dos dedos de frente
avanzamos hacia la boca del lobo, desactivando el sentido de la lógica, aquella
que nos decía segundo a segundo no avancéis más hacia esas nubes, no cojáis altitud
hacia esos picos nevados, no sigáis por este camino que no podréis abandonar
hasta terminar la ruta.
Ruta que no dio
esperanzas a la mediocridad, que no permitió ni un minuto de flaqueza ya que en
el primer suspiro comenzamos a escalar el primer gran pico de la jornada, ni más
ni menos que 13 kilómetros de subida,950 metros de acumulado positivo,
casi dos horas de subida sobre un tupido lecho de nieve cerrada, resbaladiza,
helada que no permitía ni un segundo de despiste, de falta de concentración sino
querías aterrizar sobre una superficie punzante por las piedras.
Menuda tortura! A menos
dos grados con un frío de pelar, respirando nieve, con rachas de aire que te
movían la bici de lado y que multiplicaban por tres la sensación térmica, con
mil metros de ascenso positivo sobre superficie deslizante, sin que funcionaran
los cambios, sin que te pudieras poner las calas porque se congelaban, así
avanzamos por las típicas zetas de la montaña suplicando que la siguiente curva
fuese la última, donde encontrar el descanso a tal prueba de esfuerzo y
resistencia.
Resistencia que casi nos
obliga a abandonar cuando peor estaba todo, cuando el sufrimiento comenzaba a
ponernos en jaque. Pero es que no pudimos abandonar porque la ruta era circular
y no había forma de recuperar el punto de inicio si no volvíamos por el
infierno a nuestras espaldas o sino continuábamos por los 27 kilómetros
restantes.
Y como en este equipo
solo se resta cuando alguien no quiere sumar, ayer fuimos Campurrianos, juntos
como una galleta, auxiliando a los que no podían más con el frío, compartiendo ropa, apoyando a los que el esfuerzo hizo
mella, ayudando a los que tuvieron problemas en su montura, esperando en cada
curva a los que íbamos atrás.
Y es que nada nos pudo
parar! Ni el clima infernal, ni los 51 kilómetros, ni los 1.550 de
acumulado, ni el terreno resbaladizo o los torrentes de agua, ni la fatiga, ni
las averías.
Ayer fuimos felices y
Campurrianos, conectando con la naturaleza, disfrutando de paisajes
inolvidables, aportando nuestro granito de arena a una amistad que se forja no
desde la distancia, desde el Wasap, sino día a día en el fragor de la batalla,
pedalada a pedalada, kilómetro a kilómetro, alejados del sillón, de la modorra,
de las justificaciones y apostando siempre por salir de nuestra comodidad para
compartir la aventura en buena compañía, sin miedo a quedar rezagado con una
maquinaria que siempre estará ahí para tender su mano y ponernos a su rueda cada
domingo por la mañana.
Ruedas que dejamos
aparcadas en el Atazar, para ir ansiosos a por nuestra merecida recompensa,
nuestro almuerzo bajo en calorías que nos supo a gloria, a la gloria que solo
pudieron alcanzar los Campurrianos que ayer se sintieron en el Atazar Héroes
por un día.
Quiero aprovechar esta crónica
y este momento del año para dar las gracias a todos por este año tan
maravilloso y muy en especial a Iván y Pascual por haberme dado la oportunidad
de acompañaros en este mi primer año como Campurriano. Es increíble que
sin dinero y con muy poquita ayuda estéis consiguiendo desarrollar este equipo.
Me siento muy afortunado y orgulloso de llevar una galleta tatuada en el
hombro. Espero rodar juntos muchos años más bajo vuestra impecable tutela.
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